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En los sesenta, Carlos Castaneda acuñó la frase «el guerrero impecable» al escribir sobre sus experiencias con su maestro místico, Don Juan. Más tarde, en los ochenta, Rama, mi maestro espiritual, tomó prestada esa frase y desarrolló toda una serie de conocimientos alrededor del concepto del guerrero impecable como uno de los caminos hacia la iluminación, parte de ese conocimiento ahora está disponible en mp3 y se puede descargar de forma gratuita en el sitio web de la Fundación Frederick P. Lenz (Rama).
Ahora, viéndolo en retrospectiva, me doy cuenta de que en aquel entonces yo era un diamante en bruto, mucho potencial espiritual pero ¡hecha un lío! Las enseñanzas de Rama sobre la impecabilidad me ayudaron a iniciar el proceso de tallado y pulido del diamante de mi ser.
Entonces, ¿qué significa ser impecable? Si buscas «impecable» en el diccionario encontrarás algo como «incapaz de pecar» o «exento de falta o culpa». Sin embargo, estas definiciones están manchadas por un enfoque dual hacia la vida. En la unidad de la consciencia, no existen los pecados o las faltas. La vida humana se basa en el crecimiento de la consciencia, en el aprendizaje de lecciones, en la evolución hacia estados más refinados de consciencia.
La mejor definición que conozco proviene de las enseñanzas de Rama: «estar encima de los detalles».
Cuando inicias algo —un proyecto, una relación, una encarnación— la impecabilidad de los resultados proviene de la intención de entrega para llevarlo a cabo de la manera más completa, más perfecta posible. Y del hecho de no parar hasta lograrlo de forma impecable, como un perro con un hueso que se rehúsa a dejarlo hasta no haberlo roído por completo. Además, la intención de ser impecable tiene que estar guiada por el corazón, el centro del equilibrio. No hay lugar para el fanatismo, ni para sensiblerías.
Es un concepto difícil de explicar. Lleva años estudiar y llegar a dominar el arte de la impecabilidad. Así que, en lugar de intentar explicarlo, daré un ejemplo.
Tardé seis años en escribir y producir mi libro, Unplugging the Patriarchy (Desconectando el patriarcado). Lo escribí y reescribí en total cinco veces. Con las criticas y reescrituras, buscaba cada vez más y más «quitarme del medio» para que el libro evolucionara y pasara de ser «mi libro», a ser «el libro de la Madre Divina».
Fue toda una experiencia de aprendizaje, larga y agotadora. ¿Me desanimé en algún momento? Por supuesto. ¿Me dieron rabietas y le pregunté al Espíritu: «¿estás seguro que escribir este libro es mi dharma?»? Muchas veces. ¿Me cansé de releer y refinar el texto? ¡No te das una idea!
Pero interiormente me dijeron que si realmente podía quitarme del medio, si podía hacer un trabajo impecable, el libro se convertiría en algo más que un libro: llegaría a ser una experiencia mística para el lector, un transmisor de termas, una inspiración para que las mujeres recuperaran su poder y una herramienta para que muchas personas en todo el mundo desconectaran sus energías del Patriarcado y se alinearan con el nuevo paradigma de la consciencia.
Así que cada vez que pensaba en tirar la toalla, me recordaba a mí misma el objetivo y continuaba encima de los detalles.
Cuando finalmente el libro estuvo escrito, empezó la fase de producción. Como mística sabía que para producirlo de forma impecable necesitaba:
- Publicarlo yo misma para mantener control sobre el contenido y la energía del libro.
- Conseguir los mejores editores que pudiera. Editores que hicieran un trabajo estelar sin modificar la energía del libro.
- Trabajar con un artista y un diseñador que pudieran transmitir la energía correcta en las ilustraciones y maquetación.
- Contratar a un artista masculino para que realizara el diseño de la portada y aportara algo de energía masculina. Un artista que estuviera dispuesto a rehacer el diseño cientos de veces hasta dar con el diseño perfecto.
- Contratar a la mejor imprenta disponible y usar papel de primerísima calidad.
De hecho opté por imprimir el libro en Canadá y luego pedir que me lo enviaran a Estados Unidos porque sabía que la energía del producto final estaría más limpia.
Y en diciembre de 2009, cuando ya había terminado y estaba tan ansiosa por lanzar el libro a la venta, con cientos de libros apilados a mi alrededor, me pidieron que me detuviera y manejara el lanzamiento del libro de forma diferente. Me senté a meditar y un poder final pasó a través de mí e hizo que los libros físicos se levantaran en hologramas energéticos de luz.
¿Así que valió la pena seis años de estar encima de los detalles? Eso creo. Por una razón: porque el libro es impecable, la energía fluye por él libremente, una energía que ha ayudado a miles de personas en todo el mundo. Pero también porque el proceso me cambió; porque la lucha por hacer mi trabajo de forma impecable refinó mi ser y me llevó hacia una configuración espiritual más elevada.
Resumiendo, desarrollar la impecabilidad requiere actuar de acuerdo con el Espíritu, dejarse guiar por el corazón, estar presente en cada momento, estar 100% comprometido con los que hacemos y estar encima de los detalles, incluso cuando sientes que te quieres rendir.
Así que la pregunta es, ¿en qué etapa de tu crecimiento espiritual estás? ¿Estás dispuesto a hacer el esfuerzo de llevar una vida más estricta? ¿Aún estás apegado al resultado? ¿Meditas cada día un poquito en tu chakra del corazón para cultivar equilibrio? ¿Estás encimas de los detalles?
Si quieres convertirte en una persona impecable, debes limpiar y pulir tu ser. Limpiar y pulir. Limpiar y pulir. Hasta que brille como un diamante.
Y una vez que es perfecto, te deshaces de él.